Gerard Bellalta: “Lo único que quiero de los musulmanes es verlos muy lejos de Cataluña, de España y de Europa”
Constituye Gerard Bellalta uno de los casos más singulares de la política catalana. Hace años fue objeto de una celada urdida por la casta y que contó con la colaboración de un denunciante marroquí. Se defendió contra sus detractores y sobrevivió a la tormenta. Peso a no pocos sobresaltos y a ser objeto de las críticas más severas, Bellalta mantuvo el tipo, intacta su dignidad política y hoy, al frente del partido Catalunya Desperta Ya! (CDY) es uno de los dirigentes más queridos y admirados por parte de los catalanes que no han renunciado a su condición de españoles. Catalán por nacimiento y patriota español por convicción, como él mismo se define, Bellalta anuncia una cruzada política contra quienes quieren perder Cataluña abandonándola en brazos del islam. “Algún día haremos realidad el sueño de una Cataluña libre de mezquitas y de cadenas ideologícas al servicio de unos pocos”, señala rotundo. Esas son sus credenciales. Este es Gerard Bellalta i Germán, el líder de los unionistas catalanes.
-Usted acusó recientemente al nacionalismo catalán de unir su estrategia a la de los islamistas… ¿Tiene pruebas?
El nacionalismo catalán y el islamismo acordaron unir sus fuerzas y retroalimentarse frente a un enemigo común: España. Los nacionalistas quieren sumar adhesiones a la causa soberanista y los islamistas se dejan querer a la espera de que llegue su momento. Catalunya Desperta Ya! ha surgido como consecuencia de este doble desafío. Lo que defendemos, además de nuestra irrenunciable pertenencia a la patria española, es la conservación de Cataluña como la tierra que heredamos de nuestros abuelos: una tierra fecunda y laboriosa cuya vertebración durante siglos sólo fue posible gracias a sus fortísimas señas de identidad ligadas al cristianismo.
Sólo hay que salir a la calle y contemplar la realidad que nos rodea. Donde antes habían fábricas textiles ahora se han levantado mezquitas; donde antes jugaban nuestros hijos, hoy rezan los musulmanes; donde antes paseaban nuestros mayores, hoy roban los ilegales; donde antes habían servicios sociales eficaces, hoy hay déficit de camas hospitalarias y de ayudas para los nuestros. Si esta es la Cataluña que le gusta a la casta, entonces no debo reconocer a esa casta más que como parte del problema y nunca como fuente de soluciones.
La prueba está en que ahora quieren que los
inmigrantes puedan votar por la independencia
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